Cuenta la leyenda que el niño Gregorio Alanís ameniza las noches del Panteón del Carmen con su instrumento.
Dentro de las leyendas de Monterrey hay una que prevalece a pesar del paso del tiempo, se trata de la historia del «Niño del Violín» del Panteón del Carmen.
Una triste historia
Esta leyenda tiene su origen en el Monterrey de 1908, día en que murió Gregorio Alanís González (El Cercado, Santiago, 1895) a los 13 años de edad.
El pequeño era conocido por ser un virtuoso del violín, aunque su futuro promisorio en la música se vio frenado al ser víctima de la temible tuberculosis.
Sus papás, Ramón y Manuela, buscaron plasmar todo su amor a través de una obra de arte que representara la vida de su hijo.
Para ello contrataron los servicios de un escultor italiano, el cual creó una figura del pequeño Gregorio, con su violín al brazo.
El realismo de la escultura es notable y de inmediato llama la atención de propios y extraños.
Notas de ultratumba
La leyenda cuenta que entre la 1 y 3 de la mañana se escuchan las notas emotivas del violín de Gregorio Alanís, quien desde otro plano vuelva para ejecutar con maestría su instrumento, amenizando las madrugadas del bello Panteón del Carmen.