Admirando a la serranía que rodea la Zona Metropolitana de Monterrey, es muy sencillo comenzar a fantasear e imaginar el paisaje que los gigantes cerros admiran día a día.
Hoy en día es viable escalar los cerros circundantes bajo un desgaste físico que una minoría puede resistir, sin embargo, hubo un tiempo en que un simple boleto del Teleférico de Monterrey daba acceso a la envidiable vista del Cerro de la Silla.
Todo comenzó con el Padre Carlos Álvarez, oriundo de Rayones, logró materializar su vocación a las causas sociales tras fundar el centro educativo Ciudad de los Niños un 20 de septiembre de 1951.
Tras el sensacional crecimiento del centro educativo, el padre se reunió con empresarios para financiar la construcción de un teleférico que conectara la Ciudad de los Niños con el Cerro de la Silla. Dicho proyecto logró iniciarse en 1957 y se construyó en dos tramos: Ciudad de los Niños – Terraza de la Fama, ubicada en las inmediaciones del cerro, y Terraza de la Fama – Plataforma del Teleférico.
Una vez finalizada la construcción y tras haberse hecho las respectivas pruebas de seguridad, la colosal obra fue inaugurada un 2 de junio de 1961. Con 3.3 kilómetros de cableado y más de una docena de torres, las góndolas comenzaron su recorrido con toda normalidad.
No fue hasta que la maquinaria se detuvo cerca de la medianoche cuando la primera tragedia ocurrió: Una góndola fue desprendida a la altura de la Torre 3. Los cuerpos de rescate fueron activados y tras una larga madrugada, fue posible encontrar la góndola. Dentro de ella yacían los cuerpos de los ingenieros César Flores, Jesús Guerra y Alberto Roccatti, así como del señor Ángel Rodríguez.
Por un lado, el arquitecto Eduardo Padilla afirmó observar un cable flojo entre dos torres y que el grupo de ingenieros fueron a analizar el problema. Por otro lado, los peritajes indicaron que la tragedia ocurrió al accionar accidentalmente el sistema de desenganche ubicado dentro de la misma góndola, aunque se sigue especulando que dicha versión fue dada a conocer para que la monumental atracción turística no fuera clausurada.
El Teleférico de Monterrey siguió funcionando durante tres años más, recibiendo a turistas de todo el mundo e impregnando firmas en la Terraza de la Fama, siendo la de Cantinflas una de las más destacadas.
El 22 de junio de 1964, una góndola a la altura de la Torre 13 fue desprendida. Dentro de ella se encontraban Ramiro Ruíz, Andrés Robles, Andrés Leal y Francisco Quiroga, de los cuales fallecieron los primeros tres.
El Teleférico de Monterrey: Ilusión, Auge y Tragedia
Tras dicha tragedia gobernador de Nuevo León, Eduardo Livas (1961-1967), decidió clausurar definitivamente la construcción. A pesar de que se ha intentado revivir el teleférico, no se han logrado obtener el aval del gobierno estatal para su construcción.
El único recuerdo que nos dejó el ambicioso proyecto es la Plataforma del Teleférico, la cual es punto de parada obligatorio para todo senderista que camine hacia el Pico Antena.