En el bosque de La Pastora, dentro del Parque Río La Silla, existe un monumento que pasa desapercibido para muchos de los paseantes y que pocos saben de su existencia: se trata del monumento en honor a Fray Martín Altamirano.
Pero, ¿quién fue él y por qué justo en ese lugar se erigió ese memorial?
¿Quién fue Martín Altamirano?
Él fue un fraile de la orden franciscana que llegó a Monterrey entre 1602 y 1603, procedente de Zacatecas.
Su misión era la de expandir la evangelización a los nativos de estas tierras y vaya que desde que llegó trabajó incansablemente para cumplir con su vocación.
Hay quien le adjudica la creación del Convento de San Andrés y Templo de San Francisco, aunque existen hipótesis contrarias al respecto.
Pero lo que es innegable es que fue un personaje importante para el desarrollo de Monterrey en aquellos años difíciles.
Su triste final
Sin embargo, su fervor y su misión cristiana lo llevaron a un terrible final. Y es que el fraile acostumbraba a recorrer montes, bosques y montañas en busca de nativos para acercarlos al cristianismo.
Mientras hacía un recorrido por las faldas del Cerro de la Silla, fue capturado por un grupo de nativos.
Altamirano intentó dialogar con ellos para explicarles sus buenas intensiones, pero fue visto como una amenaza y por ese motivo fue amarrado a un árbol y asesinado a flechazos (que quede claro que en este texto no se busca hacer un juicio sobre este hecho).
Para conmemorar su sacrificio, los Caballeros de Colón decidieron en 1926 colocar un monumento justo en el punto en que Altamirano fue asesinado.
Es un memorial de piedra en el que se lee:
«Al apóstol de la fe y valiente heraldo de la civilización cristiana Fr. Martín Altamirano que cruelmente atormentado mientras ejercía su noble misión en este paraje sucumbió gloriosamente, el año de MDCVI (1606). La Orden de Calleros de Colon Reconocida».
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Polémica
Ahora bien, hay otras versiones sobre el lugar exacto de la muerte de Altamirano.
Armando Fuentes menciona que el historiador Alonso de León apuntó que el hecho habría ocurrido en lo que actualmente es Monclova y que Alessio Robles señala que el hecho se habría dado en el río Nadadores.
Sea cual sea la verdad, lo que es importante es abrir los ojos y darnos cuenta que los vestigios de nuestro pasado están a nuestro alrededor.